—Llueve.
—Eso parece —dijo sin quitar la vista de la pantalla.
—¿Qué escribes?
—Un cuento. Un tipo que odia la lluvia y se va a morir al Atacama.
—Casi palíndromo. Amacama me gusta más que Atacata.
—Aún no sé si el tipo muere. Hasta ahora solo tengo seis líneas de diálogo.
—Siete.