Cansado de correr, se detuvo; caminaría el resto del trayecto. Sabía lo que iba a encontrar, no había porque apresurar las cosas. Imaginó y planificó la escena infinidad de veces. Estaba seguro que al llegar, solo notaría pequeñas diferencias producto del libre albedrío de algunos; quizás la señora que decidió probar otro pan después de pelear con su panadero de toda la vida; la pareja que tomaba café mientras decidía que le tocaría a cada uno en la separación; el inspector de la oficina de impuestos que quiso adelantar trabajo y así poder tomarse la tarde del viernes para leer mientras esperaba su turno en el banco. Barajó todas esas opciones mientras anudaba los cordones de sus zapatos; primero el izquierdo, siempre con nudo doble.
Ya el aire mostraba lo que dejó oír hacía pocos segundos. Un humo denso lleno de gritos y sirenas lo rodeaban anunciando la cercanía de la escena tantas veces imaginada.
La violencia... La realidad... La muerte.
Nada era como lo imaginó. Nada tuvo sentido... Quiso volver a anudar sus cordones. Quiso volver sobre sus pasos. Quiso volver a otros tiempos donde poner bombas no encontrase justificación de ningún tipo. Quiso poder olvidar esos cuerpos que hasta hacía poco eran niños felices...
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